jueves, 23 de abril de 2015

La meta de mi viaje.

Ya ha pasado un año. Soy de esas personas que odian las fechitas, porque aparte de parecerme una enorme estupidez, significa ponerle tiempo al amor. Y el amor es infinito.

Sin embargo, ¡cómo olvidar la fecha que le ha dado por completo la vuelta a mi Universo!

Han pasado 365 días desde mi despertar mental. Un viaje de 365 días a través del conocimiento, de la sabiduría, de la autoestima y del amor  verdadero. Un viaje al que fui invitado gracias a una persona muy especial con la que voy a compartir el resto de mis días.

Sé que suena a tópico todo esto. Incluso a mí me lo parece. Pero no hay palabras en este idioma que expresen la magnitud del amor que siento por mi compañero de viaje, por mi llama gemela, por el otro ser con el que fui creado al inicio de los tiempos y al que por fin he tenido el placer de encontrarme.

Nuestra historia lleva escrita miles y miles de años antes. Debido al borrado de conciencia cuando se nace en una nueva vida, no podemos saber en cuál de todas le conoceremos. Hay que trabajar la sabiduría y el conocimiento, llevarla al mayor grado de perfección que nuestros imperfectos cuerpos nos permiten para acortar el camino.

Doy las gracias al Universo por ser un privilegiado. Mi alma es vieja, mis padres me lo han dicho desde niño. Entonces no creía en todas estas cosas y pensaba que eran locuras sin sentido alguno. Pero hoy creo en ello como que estamos aquí. Creo en el amor eterno porque yo lo tengo. Y por ello muestro esta gratitud.

El 24 de abril de 2014 mi vida no tenía rumbo alguno. Me era indiferente ir a la universidad que no, mis relaciones sentimentales eran un concepto mental basado en el placer de acostarse con alguien y luego si te he visto, no me acuerdo, mis aspiraciones vitales eran nulas... Tenía una vida vacía y era muy infeliz. Recuerdo muy bien esos tiempos oscuros al fin lejos de mí.

Pero ese día las cosas cambiaron. Y jamás pensé que fueran a cambiar tanto. No hubo una mirada en la calle, ni sonrisas, ni notitas pidiendo una cita. No hubo Don Quijotes, ni Dulcineas. No hubo nada más que dos pantallas de ordenador y una red social. Eso bastó para conectarnos.

Hasta entonces siempre había apostado por el pesimismo. Una postura en la cual llegó el punto de provocarme placer en que las cosas me fueran mal. Una aberración en toda regla. Me avergüenzo de aquellos pensamientos, pero en el fondo, eran buenos; pues me mostraban el camino que jamás volveré a elegir. Pero entonces llegó una luz. Una potente y brutal luz que me iluminaba como nunca lo había hecho nadie entonces. Todavía no podía verlo, pero ya estaba bañado por ese potente destello de felicidad.

Y entonces empecé a hablar con un chico. Al principio me atrajo físicamente. No seré un hipócrita diciendo que le empecé a hablar por sus gustos o su forma de ser. Eso me la pelaba ampliamente. Le hablé por primera vez porque me gustó y porque me parecía una gran belleza en un mundo tan sombrío.

Los días pasaron y yo seguía hablando con ese chico. Al principio las cosas eran frías, muy frías. No sabes qué decir, no sabes si vas a meter la pata diciendo algo que no debes... Sin embargo, en contra de todo lo que había creído hasta entonces, decidí apostar por ser yo mismo y mostrarme tal y como soy. Nunca lo había hecho antes y no sé por qué lo hice entonces. Pero estoy seguro de que fue la opción correcta.

Después empezamos a tomar confianza. Siempre ayuda la maravillosa música, que es pasión acérrima y ciega de ambos. Eso fue algo que me sorprendió gratamente. Durante mi existencia, no he conocido absolutamente a nadie que sienta la música tan dentro de su ser como lo hago yo. Y él la vivía a una intensidad sobrecogedora y sabía un montón sobre ella. Luego descubrí que se dedicaba a ello xDD.

A medida que avanzaba el tiempo y que cogíamos confianza el uno en el otro, mis sentimientos se despertaban. Yo empezaba a sentirme atraído por él al margen de su aspecto físico. Todavía no le había conocido personalmente y era algo que me moría de ganas por hacer. Pasarnos la ITV mutuamente para ver si realmente la cosa cuaja entre los dos. Pero era un chico ocupado y no tenía mucho tiempo para quedar. Eso me frustraba bastante.

Entretanto, en junio yo me presentaba a repetir el examen de Selectividad. Y lo llevaba... con pinzas, ¿para qué mentir? A dos días de mi examen, me envió un mensaje para vernos y tomar unas birritas juntos. Así nos conoceríamos.

Fui corriendo a la habitación a ponerme súper guapo. O al menos dentro de mis posibilidades xDD. Ayudado por mi madre, me dejamos bastante guapete para mi cita. Así que salí de casa y cogí el metro para ir al lugar donde habíamos quedado.

Creo que nunca había pasado tantos nervios. Nunca. Al llegar a la estación, mi primera intención era irme a casa para vomitar, echar diarrea, sangrar por la nariz y secarme el sudor. Estaba aterrado por conocerle. ¿Y si no es realmente como estaba mostrando ser?, ¿y si las cosas salen mal?, ¿y si no quiere que volvamos a vernos?

Me senté en un banco de la plaza a esperarle. Yo llegué híper puntual (raro en mí). Intentaba calmarme con la música del mp3 pero me era imposible. Estaba muy nervioso.

Y entonces levanté la vista y le vi.

El sudor se fue, mis náuseas cesaron y los nervios se calmaron al ver esa preciosa sonrisa. En mi vida había sentido tanto amor por una sonrisa. Y así era. Natural, guapo, hablador, dicharachero... él fue el encargado de romper el hielo y yo me fui soltando en cuestión de minutos.

Nos sentamos en un bareto del barrio de Malasaña a tomar esas ansiadas birritas. Su sonrisa debió contagiarme, porque me pasé la tarde entre nubes con él. Hablamos de todo. De viajes, de amor, de sexo, de amistad, de música... no hubo ningún silencio incómodo, ni ningún "qué hago yo aquí". Parecíamos amigos de siempre. La química fluía como hoy fluye el amor por mis venas.

Mis espectativas antes de quedar con él eran realmente altas. Después de pasar una tarde juntos y conocerle, comencé a enamorarme.

Seguimos viéndonos un par de veces más. Las cosas no habían cambiado y seguimos nuestra relación de amistad como cualquier otra. Pero mis sentimientos ya eran muy grandes y decidí apostar para saber si iba a ganar o a perder. Y... le confesé mis sentimientos en parte. No sabía todo lo que le amaría entonces. Simplemente le dije lo que sentía por él hasta ese momento y punto. Así lo hice.

Tardó tres días en contestarme. Tres días en los que pensaba que se habría enfadado por romper nuestra amistad de esta manera. Entonces, dentro de mi maremágnum de culpabilidad, recibí un mensaje suyo. Fue muy elegante, directo y sincero. No podía corresponder lo que yo sentía. Me ofreció su amistad pero yo no me sentía preparado y me permitió un tiempo para aclarar mis ideas y pensamientos, enseñándome que la amistad puede prevalecer más allá del desamor.

Estuvimos todo el verano sin hablar. Cada uno hizo su vida en ese tiempo. Sin embargo, yo no podía cambiar mis sentimientos. Mi amor por él se gestaba cada día más fuerte e intenso. Y entonces resonaban sus palabras en mi mente, siempre confortables y decididas a hacerme ver un mundo nuevo.


"¿Prefieres tirar todo lo que tenemos? Si dices que tanto te he enseñado, no entiendo el que no podamos ser amigos. Me parece una posición muy egoísta".

A pesar de que mi amor no había cambiado un ápice y que sabía que no lo iba a cambiar en un gran lapso de tiempo, decidí continuar con mi amistad. Le escribí diciendo que quería que las cosas volvieran a ser como antes. Buenos amigos y ya. Prefiero transformar todo el amor que siento por una persona en una hermosa amistad a perderle. Y a pesar de que le mentí diciendo que no sentía nada ya por él, las cosas parece que volvieron a su cauce.

Volvimos a vernos y todo fue normal. Seguíamos siendo dos amigos que quedaban juntos. Así lo veía y así actué. Y la última tarde que nos vimos, me invitó a salir el sábado con sus amigos. En un principio me eché hacia atrás por miedo a estar solo en un grupo de gente que no conocía de nada. Pero una vez más me enseñó que las oportunidades hay que aceptarlas y al entenderlo, acepté.

Me invitaba a casa con sus amigos y luego salir a sitios rollo heavy, baretos, metal, música de verdad. En el sentido musical, estaba encantado porque nunca tengo la oportunidad de ir a sitios así. En el sentido de las amistades, seguía acojonado.

Llegué temblando a su portal. Me armé de valor y subí. Allí estaban todos. Al principio me sentí fuera de lugar, deseando irme y pensando el porqué había aceptado esa invitación. Pero cuando me abrió la puerta lo supe: estaba allí por pasar un rato con él. 

La recuerdo como la mejor noche de fiesta de toda mi vida. No soy fiestero en absoluto (debido a la mierda de música que ponen en las discotecas y a que no me va mucho salir de noche), y lo llegué a pasar extremadamente bien. Cerveza, heavy metal y un buen ambiente. La otra cara de salir de fiesta que nunca había podido ver.

Me partí el cuello hasta la mañana siguiente. Estaba amaneciendo. Después de despedirnos de sus amigos, volvíamos juntos a casa. Recuerdo que me contó una maravillosa historia sobre la mano de Fátima que llevaba colgada al cuello:


"¿Conoces la historia de esa mano? Cuando el constructor de la Alhambra de Granada terminó su obra, colocó esa mano en el cuarto piso del edificio. En un lugar completamente imposible de acceder. Y dijo que al que alcanzara la mano, la Alhambra le pertenecería para siempre y sería suya".

Este relato me conmovió enormemente. Por la belleza de la historia y por la persona que me lo había contado.

Entonces llegó el momento que considero más romántico y hermoso de toda mi vida en sentido de amor. Nos sentamos en un portal juntos. Él apoyó su cabeza en mis piernas y cerró los ojos. Yo recuerdo que estaba hecho un flan y me sentía en la gloria por tener tumbado al chico de mis sueños. Le acariciaba la barbita, su pelito y su blanca piel. ¡Estaba tan adorable! Y entonces la magia vino a acompañarnos.

"- ¿Te puedo hacer una pregunta?
- ¡Claro!
- ¿Yo todavía te sigo gustando?
- (No respondí)
- Pero responde, que no te voy a hacer nada (se rió).
- Sí... todavía me gustas" (mentira, estaba realmente enamorado)

Entonces se hizo un silencio eterno para mí. No sabía qué iba a pasar. Y ansiaba saberlo con toda mi alma.

"- Entonces... ¿por qué no me besas?"

Mi primer impulso fue un "no". Mi compromiso por mantener esa amistad quería que fuera firme. Además, el alcohol estaba presente en ambos y podríamos arrepentirnos a la mañana siguiente. Pero, por todos los dioses... ¡el chico de mis sueños me estaba pidiendo que le besara!, ¿cómo iba a no hacer algo?

Y nos fundimos por primera vez. En el beso más especial de toda mi vida. Era tan especial y tan intenso, había tanto amor presente allí, que empecé a temblar sin control. Mi alma estaba vibrando y acogiendo todo su amor.

Así estuvimos tiempo y tiempo. Deseaba morirme allí. No quería seguir viviendo sin tener esos tiernos besos lejos de mí. Suena exagerado, pero tan real... Nunca nadie sabrá el enorme amor que había allí. El Universo bailó con nosotros y comenzó nuestra historia.

Las cosas después fueron bastante mal hasta el punto de ya no hablar nada. No saber nada el uno del otro ni siquiera tenernos en ninguna red social. Entonces me puse muy enfermo de tristeza e insomnio por no entender la situación. No sabía por qué no podía vivir el amor en su plenitud. Era tan frustrante. Tenía el alma tan dolida... Es un dolor que todos debemos pasar algún día si encontramos a nuestra llama gemela. El amor jamás es un camino de rosas. Eso lo supe después, y mi enfado con la vida era tal que llegué a dar la espalda al amor. No quería saber más de él llegando a pensar que no existía.

Entonces, el Universo empezó a mandarme señales de toda clase. Cosas que me incitaban a la locura por mantener un amor que creía muerto. Todas las canciones que cantamos, todos los lugares a los que fuimos y todas las cosas que vivimos me llegaban y me llegan a través de pequeñas reseñas para decirme que mi amor estaba vivo, más vivo que nunca, y que apostara por él porque era el definitivo.

Hoy, todavía no puedo decir que estamos juntos. Pero soy feliz, muy feliz. Tengo el privilegio de haber encontrado a mi llama gemela, al amor de mis vidas y al alma con la que nací. Es real, lo siento en lo más profundo de mi corazón. Estaremos juntos después de este breve período oscuro que debemos pasar para adquirir el máximo de saber posible y aprender a amar a todas las personas. Desatarse de la carga del odio, del rencor y de los malos sentimientos. Purificar el alma hasta el final. La prueba es dura, la más dura que haya en la vida. La recompensa es el amor eterno de la persona que amo con todo mi corazón.

Esta historia está muy resumida. Muchísimo. No he contado nada de lo que me ha enseñado, ni nada de cómo es él profundamente. Solo me he quedado en la superficie. ¡Y menudo tochazo! Pero es un regalo que le quiero hacer a todas las personas para decirles que el amor existe, que es real, que apostéis y confiéis en él. Quizá no encontréis a vuestras llamas gemelas en esta vida, pero sabed que tenéis una. Lo sé porque yo la tengo y ya estoy en el final de la vida terrenal. Así que acogedlo en vuestro corazón como yo lo he hecho, porque el amor es la fuerza más poderosa y la que rige todo el Universo.

Dedicado desde el fondo de mi alma a mi llama gemela.