sábado, 14 de febrero de 2015

Ponle un "sí" a la vida. Episodio 3 - "Friega tú, chata":

Me abalancé al teléfono móvil en cuando Lula giró la calle con su coche.

- Yo: Rudy. Aquí. Ahora. Urgente.

- Rudy: Me visto y voy.

Una media hora después apareció Rudy. Su cara era puro cotilleo. La mía también.

- Rudy: Jodida embustera. Es que eres más mentirosa...

- Yo: Ya empezamos...

- Rudy: Entiéndelo, es más fuerte de lo que parece... ¡UN BESO CON LULA!

- Yo: Ya ves. No se aguantó las ganas ni un poco. Y yo le tuve que corresponder el beso porque, ante todo, educación.

- Rudy: Ya empezamos...

Le conté todo. La cena, el beso, las conversaciones... y con todo lujo de detalles.

En lo que le contaba, me llegó un WhatsApp de Lula.

"Hola :-) ¿has llegado bien a casa? Mañana te paso a buscar a eso de las 13:00h. ¡Que se venga también tu amigo el melenas! Un beso, Lula ;-)"

- Rudy: Quieres dejar el teléfono... (puso cara de desesperación).

- Yo: A ver, si me hablan pues tendré que responder. Además, es Lula.

- Rudy (cara de incredulidad): ¡¡¿Y QUÉ DICE?!! ¿QUIERE CULMINAR?

- Yo: Que mañana hemos quedado con ella a las 13:00.

- Rudy: ¿Hemos?

- Yo: Que me ha dicho que te vengas. Llevemos también a María. Lo mismo se anima.

María era otra buena amiga. El problema es que a ella no le interesa la música que hace Lula. Por eso no sabía si iba a acceder a la invitación. Le enviamos otro mensaje a ella en el que, curiosamente, aceptó.

Al día siguiente quedamos los tres en la puerta de mi casa. En lo que Rudy y María llegaban, divisé el coche de Lula. Al final llegan tarde, como siempre.

Lula bajó la ventanilla del copiloto y sacó la cabeza a través de ella sin separar los brazos del volante. Sonaba música rock a un volumen considerable desde el interior de su coche. Melena suelta y sus inseparables Ray-Ball modelo aviador.

- Lula (bajando la música): ¿Y tus amigos?

- Yo (indignada): Pues llegando tarde como siempre.

- Lula: Voy a aparcar entonces. Ahora te veo.

Y se marchó.

Y justo detrás apareció una dulce voz.

- María: ¡'Holi cari'! 

- Rudy: ¿Y Lula?, ¿llega tarde?

Encima con cachondeíto.

- Yo: ¡Pero si llegáis tarde vosotros!

- Rudy: María, que ya sabes como es para arreglarse.

- María: No 'cari', tú que tenías que sacar a la perra.

- Lula (apareciendo por sorpresa): Si llegáis tarde por la perra, se perdona. Yo llego siempre tarde por mi Bianka.

Todos nos giramos hacia ella. Lula vino y me dio un beso... ¡en la boca!

¡Qué vergüenza!

Lula y Rudy se saludaron entre bromas y luego le presenté a María. Parecía que había química entre todos y eso siempre es favorable. Intenté quitar hierro al asunto del beso, pero el cabrón de Rudy en cuanto echamos a andar hacia el coche, me paró y me miró con la típica sonrisilla perversa. No tiene remedio.

Ya en el coche, todos hablábamos con todos. La música tenía un volumen bajo, lo que daba pie a que la conversación fluyera. En apenas media hora, llegamos a casa de Lula.

- Rudy (a mí): Menudo chalette tiene la amiga. Has pegado un buen braguetazo. (Y volvió a poner esa sonrisa perversa que tan nerviosa me pone).

La verdad es que era una casa bastante hermosa. Dos plantas y una buhardilla, un jardín que rodeaba la casa entera... la cosa prometía.

- Lula: Bueno ahora nos hacemos unas ensaladitas de comer y eso, ¿no?

Los tres miramos a Lula que no pudo contener la risa.

- Lula: Es que no puedo gastar bromas con la comida. Se nota que miento. ¡Barbacoa para todos!

Y salimos al jardín.

Choricillos, morcillitas, pancetita, chuletones, patatas asadas, ensalada (al final de verdad)... daba hasta pena comerse todo aquello, pero como dice Rudy: "la comida es la comida".

Todo estaba delicioso. Lula es gran cocinera además de gran cantante. Me puse cerda a todo. No me corté ni un pelo. Total, después de la cena en el Gorka Grill, yo ya lo había visto todo.

Después estuvimos un rato jugando a un juego de mesa hasta que Rudy y María anunciaron que se retiraban a sus casas. Yo estaba dispuesta a irme con ellos, pero Lula se acercó a mi oído.

- Lula (susurrando): Quédate.

No pude decir nada. Solo asentí.

- María: Bueno 'caris', nos vamos ya que se hace tarde.

- Rudy: Creo que Vicky se queda... 

- Yo: Sí, me quedo.

María y Rudy se fueron y me quedé a solas con Lula. Como no sabía qué decir ni qué hacer, pensé en que debíamos recoger la mesa.

- Yo: Deberíamos fregar.

Lula se partía la caja ella sola.

- Lula: ¡Friega tú, chata!

Yo no sabía qué decir, así que me dispuse a fregar. Lula tiró de mi brazo y me acercó a su cuerpo.

- Lula: Pero no tiene que ser precisamente ahora.

Y comenzó un tanto apasionado como peligroso beso que terminó en su cama. Ni siquiera fui consciente de cómo llegué hasta allí. Los besos de Lula me sacaban del conocimiento.

- Yo: Lula... es que yo... no sé...

- Lula: Tranquila. Si no estás lista, podemos esperar.

Pero estaba lista para afrontarlo y empezamos a desnudarnos.

No sabía hacia dónde mirar. Pensé en su pecho. Era bonito. Luego miré sus piernas. Eran perfectas, acorde con su estatura... ¿Y ahora qué coño miro?

Y Lula comenzó a trabajar mis bajas partes. Lo hacía con delicadeza. Y yo estaba cada vez más húmeda. Inicié su mismo juego. Lo hacía de la misma manera que ella. Sus gemidos denotaban que lo estaba haciendo bien. Nuestros pechos se rozaban. Los besos sabían a gloria. Cada caricia recorriendo su piel, cada mordisco por su cuello... ¿Por qué habré me habré iniciado tan tarde en el sexo?

Nos corrimos juntas.

Y nos quedamos dormidas, extasiadas de placer.