jueves, 23 de abril de 2015

La meta de mi viaje.

Ya ha pasado un año. Soy de esas personas que odian las fechitas, porque aparte de parecerme una enorme estupidez, significa ponerle tiempo al amor. Y el amor es infinito.

Sin embargo, ¡cómo olvidar la fecha que le ha dado por completo la vuelta a mi Universo!

Han pasado 365 días desde mi despertar mental. Un viaje de 365 días a través del conocimiento, de la sabiduría, de la autoestima y del amor  verdadero. Un viaje al que fui invitado gracias a una persona muy especial con la que voy a compartir el resto de mis días.

Sé que suena a tópico todo esto. Incluso a mí me lo parece. Pero no hay palabras en este idioma que expresen la magnitud del amor que siento por mi compañero de viaje, por mi llama gemela, por el otro ser con el que fui creado al inicio de los tiempos y al que por fin he tenido el placer de encontrarme.

Nuestra historia lleva escrita miles y miles de años antes. Debido al borrado de conciencia cuando se nace en una nueva vida, no podemos saber en cuál de todas le conoceremos. Hay que trabajar la sabiduría y el conocimiento, llevarla al mayor grado de perfección que nuestros imperfectos cuerpos nos permiten para acortar el camino.

Doy las gracias al Universo por ser un privilegiado. Mi alma es vieja, mis padres me lo han dicho desde niño. Entonces no creía en todas estas cosas y pensaba que eran locuras sin sentido alguno. Pero hoy creo en ello como que estamos aquí. Creo en el amor eterno porque yo lo tengo. Y por ello muestro esta gratitud.

El 24 de abril de 2014 mi vida no tenía rumbo alguno. Me era indiferente ir a la universidad que no, mis relaciones sentimentales eran un concepto mental basado en el placer de acostarse con alguien y luego si te he visto, no me acuerdo, mis aspiraciones vitales eran nulas... Tenía una vida vacía y era muy infeliz. Recuerdo muy bien esos tiempos oscuros al fin lejos de mí.

Pero ese día las cosas cambiaron. Y jamás pensé que fueran a cambiar tanto. No hubo una mirada en la calle, ni sonrisas, ni notitas pidiendo una cita. No hubo Don Quijotes, ni Dulcineas. No hubo nada más que dos pantallas de ordenador y una red social. Eso bastó para conectarnos.

Hasta entonces siempre había apostado por el pesimismo. Una postura en la cual llegó el punto de provocarme placer en que las cosas me fueran mal. Una aberración en toda regla. Me avergüenzo de aquellos pensamientos, pero en el fondo, eran buenos; pues me mostraban el camino que jamás volveré a elegir. Pero entonces llegó una luz. Una potente y brutal luz que me iluminaba como nunca lo había hecho nadie entonces. Todavía no podía verlo, pero ya estaba bañado por ese potente destello de felicidad.

Y entonces empecé a hablar con un chico. Al principio me atrajo físicamente. No seré un hipócrita diciendo que le empecé a hablar por sus gustos o su forma de ser. Eso me la pelaba ampliamente. Le hablé por primera vez porque me gustó y porque me parecía una gran belleza en un mundo tan sombrío.

Los días pasaron y yo seguía hablando con ese chico. Al principio las cosas eran frías, muy frías. No sabes qué decir, no sabes si vas a meter la pata diciendo algo que no debes... Sin embargo, en contra de todo lo que había creído hasta entonces, decidí apostar por ser yo mismo y mostrarme tal y como soy. Nunca lo había hecho antes y no sé por qué lo hice entonces. Pero estoy seguro de que fue la opción correcta.

Después empezamos a tomar confianza. Siempre ayuda la maravillosa música, que es pasión acérrima y ciega de ambos. Eso fue algo que me sorprendió gratamente. Durante mi existencia, no he conocido absolutamente a nadie que sienta la música tan dentro de su ser como lo hago yo. Y él la vivía a una intensidad sobrecogedora y sabía un montón sobre ella. Luego descubrí que se dedicaba a ello xDD.

A medida que avanzaba el tiempo y que cogíamos confianza el uno en el otro, mis sentimientos se despertaban. Yo empezaba a sentirme atraído por él al margen de su aspecto físico. Todavía no le había conocido personalmente y era algo que me moría de ganas por hacer. Pasarnos la ITV mutuamente para ver si realmente la cosa cuaja entre los dos. Pero era un chico ocupado y no tenía mucho tiempo para quedar. Eso me frustraba bastante.

Entretanto, en junio yo me presentaba a repetir el examen de Selectividad. Y lo llevaba... con pinzas, ¿para qué mentir? A dos días de mi examen, me envió un mensaje para vernos y tomar unas birritas juntos. Así nos conoceríamos.

Fui corriendo a la habitación a ponerme súper guapo. O al menos dentro de mis posibilidades xDD. Ayudado por mi madre, me dejamos bastante guapete para mi cita. Así que salí de casa y cogí el metro para ir al lugar donde habíamos quedado.

Creo que nunca había pasado tantos nervios. Nunca. Al llegar a la estación, mi primera intención era irme a casa para vomitar, echar diarrea, sangrar por la nariz y secarme el sudor. Estaba aterrado por conocerle. ¿Y si no es realmente como estaba mostrando ser?, ¿y si las cosas salen mal?, ¿y si no quiere que volvamos a vernos?

Me senté en un banco de la plaza a esperarle. Yo llegué híper puntual (raro en mí). Intentaba calmarme con la música del mp3 pero me era imposible. Estaba muy nervioso.

Y entonces levanté la vista y le vi.

El sudor se fue, mis náuseas cesaron y los nervios se calmaron al ver esa preciosa sonrisa. En mi vida había sentido tanto amor por una sonrisa. Y así era. Natural, guapo, hablador, dicharachero... él fue el encargado de romper el hielo y yo me fui soltando en cuestión de minutos.

Nos sentamos en un bareto del barrio de Malasaña a tomar esas ansiadas birritas. Su sonrisa debió contagiarme, porque me pasé la tarde entre nubes con él. Hablamos de todo. De viajes, de amor, de sexo, de amistad, de música... no hubo ningún silencio incómodo, ni ningún "qué hago yo aquí". Parecíamos amigos de siempre. La química fluía como hoy fluye el amor por mis venas.

Mis espectativas antes de quedar con él eran realmente altas. Después de pasar una tarde juntos y conocerle, comencé a enamorarme.

Seguimos viéndonos un par de veces más. Las cosas no habían cambiado y seguimos nuestra relación de amistad como cualquier otra. Pero mis sentimientos ya eran muy grandes y decidí apostar para saber si iba a ganar o a perder. Y... le confesé mis sentimientos en parte. No sabía todo lo que le amaría entonces. Simplemente le dije lo que sentía por él hasta ese momento y punto. Así lo hice.

Tardó tres días en contestarme. Tres días en los que pensaba que se habría enfadado por romper nuestra amistad de esta manera. Entonces, dentro de mi maremágnum de culpabilidad, recibí un mensaje suyo. Fue muy elegante, directo y sincero. No podía corresponder lo que yo sentía. Me ofreció su amistad pero yo no me sentía preparado y me permitió un tiempo para aclarar mis ideas y pensamientos, enseñándome que la amistad puede prevalecer más allá del desamor.

Estuvimos todo el verano sin hablar. Cada uno hizo su vida en ese tiempo. Sin embargo, yo no podía cambiar mis sentimientos. Mi amor por él se gestaba cada día más fuerte e intenso. Y entonces resonaban sus palabras en mi mente, siempre confortables y decididas a hacerme ver un mundo nuevo.


"¿Prefieres tirar todo lo que tenemos? Si dices que tanto te he enseñado, no entiendo el que no podamos ser amigos. Me parece una posición muy egoísta".

A pesar de que mi amor no había cambiado un ápice y que sabía que no lo iba a cambiar en un gran lapso de tiempo, decidí continuar con mi amistad. Le escribí diciendo que quería que las cosas volvieran a ser como antes. Buenos amigos y ya. Prefiero transformar todo el amor que siento por una persona en una hermosa amistad a perderle. Y a pesar de que le mentí diciendo que no sentía nada ya por él, las cosas parece que volvieron a su cauce.

Volvimos a vernos y todo fue normal. Seguíamos siendo dos amigos que quedaban juntos. Así lo veía y así actué. Y la última tarde que nos vimos, me invitó a salir el sábado con sus amigos. En un principio me eché hacia atrás por miedo a estar solo en un grupo de gente que no conocía de nada. Pero una vez más me enseñó que las oportunidades hay que aceptarlas y al entenderlo, acepté.

Me invitaba a casa con sus amigos y luego salir a sitios rollo heavy, baretos, metal, música de verdad. En el sentido musical, estaba encantado porque nunca tengo la oportunidad de ir a sitios así. En el sentido de las amistades, seguía acojonado.

Llegué temblando a su portal. Me armé de valor y subí. Allí estaban todos. Al principio me sentí fuera de lugar, deseando irme y pensando el porqué había aceptado esa invitación. Pero cuando me abrió la puerta lo supe: estaba allí por pasar un rato con él. 

La recuerdo como la mejor noche de fiesta de toda mi vida. No soy fiestero en absoluto (debido a la mierda de música que ponen en las discotecas y a que no me va mucho salir de noche), y lo llegué a pasar extremadamente bien. Cerveza, heavy metal y un buen ambiente. La otra cara de salir de fiesta que nunca había podido ver.

Me partí el cuello hasta la mañana siguiente. Estaba amaneciendo. Después de despedirnos de sus amigos, volvíamos juntos a casa. Recuerdo que me contó una maravillosa historia sobre la mano de Fátima que llevaba colgada al cuello:


"¿Conoces la historia de esa mano? Cuando el constructor de la Alhambra de Granada terminó su obra, colocó esa mano en el cuarto piso del edificio. En un lugar completamente imposible de acceder. Y dijo que al que alcanzara la mano, la Alhambra le pertenecería para siempre y sería suya".

Este relato me conmovió enormemente. Por la belleza de la historia y por la persona que me lo había contado.

Entonces llegó el momento que considero más romántico y hermoso de toda mi vida en sentido de amor. Nos sentamos en un portal juntos. Él apoyó su cabeza en mis piernas y cerró los ojos. Yo recuerdo que estaba hecho un flan y me sentía en la gloria por tener tumbado al chico de mis sueños. Le acariciaba la barbita, su pelito y su blanca piel. ¡Estaba tan adorable! Y entonces la magia vino a acompañarnos.

"- ¿Te puedo hacer una pregunta?
- ¡Claro!
- ¿Yo todavía te sigo gustando?
- (No respondí)
- Pero responde, que no te voy a hacer nada (se rió).
- Sí... todavía me gustas" (mentira, estaba realmente enamorado)

Entonces se hizo un silencio eterno para mí. No sabía qué iba a pasar. Y ansiaba saberlo con toda mi alma.

"- Entonces... ¿por qué no me besas?"

Mi primer impulso fue un "no". Mi compromiso por mantener esa amistad quería que fuera firme. Además, el alcohol estaba presente en ambos y podríamos arrepentirnos a la mañana siguiente. Pero, por todos los dioses... ¡el chico de mis sueños me estaba pidiendo que le besara!, ¿cómo iba a no hacer algo?

Y nos fundimos por primera vez. En el beso más especial de toda mi vida. Era tan especial y tan intenso, había tanto amor presente allí, que empecé a temblar sin control. Mi alma estaba vibrando y acogiendo todo su amor.

Así estuvimos tiempo y tiempo. Deseaba morirme allí. No quería seguir viviendo sin tener esos tiernos besos lejos de mí. Suena exagerado, pero tan real... Nunca nadie sabrá el enorme amor que había allí. El Universo bailó con nosotros y comenzó nuestra historia.

Las cosas después fueron bastante mal hasta el punto de ya no hablar nada. No saber nada el uno del otro ni siquiera tenernos en ninguna red social. Entonces me puse muy enfermo de tristeza e insomnio por no entender la situación. No sabía por qué no podía vivir el amor en su plenitud. Era tan frustrante. Tenía el alma tan dolida... Es un dolor que todos debemos pasar algún día si encontramos a nuestra llama gemela. El amor jamás es un camino de rosas. Eso lo supe después, y mi enfado con la vida era tal que llegué a dar la espalda al amor. No quería saber más de él llegando a pensar que no existía.

Entonces, el Universo empezó a mandarme señales de toda clase. Cosas que me incitaban a la locura por mantener un amor que creía muerto. Todas las canciones que cantamos, todos los lugares a los que fuimos y todas las cosas que vivimos me llegaban y me llegan a través de pequeñas reseñas para decirme que mi amor estaba vivo, más vivo que nunca, y que apostara por él porque era el definitivo.

Hoy, todavía no puedo decir que estamos juntos. Pero soy feliz, muy feliz. Tengo el privilegio de haber encontrado a mi llama gemela, al amor de mis vidas y al alma con la que nací. Es real, lo siento en lo más profundo de mi corazón. Estaremos juntos después de este breve período oscuro que debemos pasar para adquirir el máximo de saber posible y aprender a amar a todas las personas. Desatarse de la carga del odio, del rencor y de los malos sentimientos. Purificar el alma hasta el final. La prueba es dura, la más dura que haya en la vida. La recompensa es el amor eterno de la persona que amo con todo mi corazón.

Esta historia está muy resumida. Muchísimo. No he contado nada de lo que me ha enseñado, ni nada de cómo es él profundamente. Solo me he quedado en la superficie. ¡Y menudo tochazo! Pero es un regalo que le quiero hacer a todas las personas para decirles que el amor existe, que es real, que apostéis y confiéis en él. Quizá no encontréis a vuestras llamas gemelas en esta vida, pero sabed que tenéis una. Lo sé porque yo la tengo y ya estoy en el final de la vida terrenal. Así que acogedlo en vuestro corazón como yo lo he hecho, porque el amor es la fuerza más poderosa y la que rige todo el Universo.

Dedicado desde el fondo de mi alma a mi llama gemela.

domingo, 8 de marzo de 2015

Ponle un "sí" a la vida. Episodio 4 - "¿Aceptas el desafío?:

Fui poco a poco abriendo los ojos con unas suaves caricias en el brazo acompañadas de una dulce voz.

 - Lula: ¿Vicky?, despierta anda, que ya son las 11 de la mañana.

 - Yo: Pufff… es muy pronto. A estas horas todavía es madrugar para mí…

Me fui incorporando y despejando cuando me di cuenta de que había una bandeja sobre la cama. Lula me miraba con gesto desafiante.

 - Yo: ¿Y esto?

En la bandeja había toda clase de alimentos: tostadas, bollería, huevos con bacon, patatas y fruta. Mi estómago clamaba saciarse con todo aquello y no dudé en atacar aquella bandeja. Pero cuando estaba a punto de hincarle los dientes al bacon, Lula me interrumpió.

 - Lula: Sabes… los camareros reciben algún tipo de propina…

Qué cabrona… ya sabía por dónde quería ir; pero en vez de eso, le respondí con mi chulería nata.

 - Yo: Sí, siempre y cuando no te quieran matar… siendo alérgica a la fruta…

 - Lula: Entonces debí traer solo manzanas.

 - Yo: Tú verás, pero te quedarías sin esta Evita del Edén. Y sin el paraíso en general.

Y me metió una patata en la boca para cortar mi argumentación.

 - Lula: Desayuna tranquila anda, que yo me tengo que ir a duchar.

 - Yo: Vale. Procuraré no morir en el intento.

Y se marchó.

En lo que yo gozaba con aquellos manjares, escuchaba a Lula cantar en la ducha. Esta mujer me puede. Se cantó varios temazos del rock más clásico, como los que escuchaba en su coche.

Finalmente salió del cuarto de baño… ¡y en toalla! Y menudas vistas…

 - Lula: Como sigas mirándome así me vas a desgastar.

 - Yo: Mejor como te miro yo a cómo te miran tus fans… esas sí que tienen ganas de desgastarte.

 Lula estaba dispuesta a vestirse, pero me apetecía jugar un rato con ella.

 - Yo: Bueno… tendrás que compensarme por el intento de homicidio, ¿no?

Y de repente se quitó la toalla de la misma manera en que se quita la falda en sus conciertos. No me lo esperaba en absoluto. Yo ya empezaba a estar calentita. Lula se tumbó a mi lado en la cama.

 - Lula: ¿Y ahora qué?

 - Yo: (entonando la canción) Y ahora… devuélveme la razón.

Y comenzó un apasionado beso que nos hizo olvidar qué sucedía a nuestro alrededor. Los juegos de manos se habían iniciado y no queríamos parar. La pasión estaba en plena efervescencia. Se desató la Guerra Fría iniciada con la chulería del desayuno. Y, sin más, hicimos el amor como si no hubiera un mañana. Eso sí que era el mejor desayuno.

Nos quedamos un ratito juntas en la cama haciendo tonterías hasta que vimos la hora que era y nos tuvimos que levantar.

 - Lula: Me pasaría la vida en la cama. Pero tengo que trabajar que esta noche tengo concierto en Barcelona. Ojalá pudieras venirte…

 - Yo: No me lo digas dos veces que me meto en tu maleta.

Lula se vistió y yo me levanté para ayudar a recoger el desayuno y estirar un poco las sábanas de la cama. Me preguntaba qué canciones debería incluir esa noche.

 - Yo: Incluir no sé… pero “Aprender” la quitaba del tirón. Pero ya.

 - Lula: Mis fans se enfadarían.

 - Yo: Pues les reviento si te hacen algo.

 - Lula: Macarra.

 - Yo: Te encanta que lo sea. Soy del Bronx. Es lo que hay.

 - Lula: Si tuviéramos tiempo eso no me lo decías dos veces en la cama.

 - Yo: Uy que no… ya te digo yo a ti que sí.

Listas para salir, nos metimos en el coche y me acercó hasta casa. Durante el viaje estuvimos hablando.

 - Lula: Esta mañana te he visto más suelta. ¿Esa es la ‘confi’ que te doy?

 - Yo: A mí es que se me gana poco a poco.

Lula se rió.

- Yo: Eso era lo que quería decirte anoche. Era mi primera vez… ya sabes. Y estar contigo pues también me cortaba bastante.

 - Lula: Jura… no te creo.

 - Yo: Es que a esta flor no la deshoja cualquiera. Has tenido el privilegio de catarme. Con una mano en el pecho te lo digo… me estoy tocando una teta.

Y reventamos en risas. Entre tanto me dejó en casa sana y salva. En cuanto entre por la puerta de casa Rudy me llamó. Descolgué el teléfono y antes de que me pudiera decir nada empecé a hablar yo.

 - Yo: ¿Has sentido el terremoto y visto a los 4 jinetes del Apocalípsis?

 - Rudy: No me jodas… no puede ser.

 - Yo: No si jodida ya estoy yo y debo decir que muy bien además.

 - Rudy: Vete preparando café que voy para allá urgentemente y me cuentas los detalles. TODOS.

 - Yo: Hecho. Hasta ahora.

En lo que llegaba Rudy me llamó Lula.

 - Lula (con tono urgente): Vicky, tengo que pedirte un gran favor.

 - Yo: Claro, dime ¿qué pasa?

 - Lula: Mira acabo de llegar a Barcelona y me ha llamado mi realizador y me ha dicho que no puede venir… ¿Tú te verías capaz de hacerme el favor de realizarme el concierto?

 - Yo: Joder… es mucha responsabilidad eso.

 - Lula: Lo sé, lo entiendo… pero no tienes por qué hacerlo si no quieres.

 - Yo: No te preocupes, cuenta conmigo, lo haré lo mejor posible.

 - Lula: Te debo un favor de los gordos. No te preocupes por los gastos del viaje y demás. Eso lo paga la productora.

 - Yo: ¿A qué hora quieres que vaya?

 - Lula: Necesitaría que salieses lo antes posible para darte unas pautas.

 - Yo: Vale, pues llamo a Rudy para que no venga que había quedado con él y salgo corriendo para ya.

 - Lula: No, no. Que se venga también si quieres. No te preocupes.

 - Yo: En cuanto llegue, salimos para allá.

 - Lula: Hecho. Te dejo que tengo la prueba de sonido en veinte minutos.

 - Yo: Ahora te veo.

Y colgamos.

En ese momento sonó el timbre de la puerta de mi casa. Al otro lado, un Rudy jadeante por la carrera que se había pegado solo por saber los detalles.

 - Rudy: Bueno, ¿qué?

 - Yo: Rudy… Nos vamos a Barcelona.

sábado, 14 de febrero de 2015

Ponle un "sí" a la vida. Episodio 3 - "Friega tú, chata":

Me abalancé al teléfono móvil en cuando Lula giró la calle con su coche.

- Yo: Rudy. Aquí. Ahora. Urgente.

- Rudy: Me visto y voy.

Una media hora después apareció Rudy. Su cara era puro cotilleo. La mía también.

- Rudy: Jodida embustera. Es que eres más mentirosa...

- Yo: Ya empezamos...

- Rudy: Entiéndelo, es más fuerte de lo que parece... ¡UN BESO CON LULA!

- Yo: Ya ves. No se aguantó las ganas ni un poco. Y yo le tuve que corresponder el beso porque, ante todo, educación.

- Rudy: Ya empezamos...

Le conté todo. La cena, el beso, las conversaciones... y con todo lujo de detalles.

En lo que le contaba, me llegó un WhatsApp de Lula.

"Hola :-) ¿has llegado bien a casa? Mañana te paso a buscar a eso de las 13:00h. ¡Que se venga también tu amigo el melenas! Un beso, Lula ;-)"

- Rudy: Quieres dejar el teléfono... (puso cara de desesperación).

- Yo: A ver, si me hablan pues tendré que responder. Además, es Lula.

- Rudy (cara de incredulidad): ¡¡¿Y QUÉ DICE?!! ¿QUIERE CULMINAR?

- Yo: Que mañana hemos quedado con ella a las 13:00.

- Rudy: ¿Hemos?

- Yo: Que me ha dicho que te vengas. Llevemos también a María. Lo mismo se anima.

María era otra buena amiga. El problema es que a ella no le interesa la música que hace Lula. Por eso no sabía si iba a acceder a la invitación. Le enviamos otro mensaje a ella en el que, curiosamente, aceptó.

Al día siguiente quedamos los tres en la puerta de mi casa. En lo que Rudy y María llegaban, divisé el coche de Lula. Al final llegan tarde, como siempre.

Lula bajó la ventanilla del copiloto y sacó la cabeza a través de ella sin separar los brazos del volante. Sonaba música rock a un volumen considerable desde el interior de su coche. Melena suelta y sus inseparables Ray-Ball modelo aviador.

- Lula (bajando la música): ¿Y tus amigos?

- Yo (indignada): Pues llegando tarde como siempre.

- Lula: Voy a aparcar entonces. Ahora te veo.

Y se marchó.

Y justo detrás apareció una dulce voz.

- María: ¡'Holi cari'! 

- Rudy: ¿Y Lula?, ¿llega tarde?

Encima con cachondeíto.

- Yo: ¡Pero si llegáis tarde vosotros!

- Rudy: María, que ya sabes como es para arreglarse.

- María: No 'cari', tú que tenías que sacar a la perra.

- Lula (apareciendo por sorpresa): Si llegáis tarde por la perra, se perdona. Yo llego siempre tarde por mi Bianka.

Todos nos giramos hacia ella. Lula vino y me dio un beso... ¡en la boca!

¡Qué vergüenza!

Lula y Rudy se saludaron entre bromas y luego le presenté a María. Parecía que había química entre todos y eso siempre es favorable. Intenté quitar hierro al asunto del beso, pero el cabrón de Rudy en cuanto echamos a andar hacia el coche, me paró y me miró con la típica sonrisilla perversa. No tiene remedio.

Ya en el coche, todos hablábamos con todos. La música tenía un volumen bajo, lo que daba pie a que la conversación fluyera. En apenas media hora, llegamos a casa de Lula.

- Rudy (a mí): Menudo chalette tiene la amiga. Has pegado un buen braguetazo. (Y volvió a poner esa sonrisa perversa que tan nerviosa me pone).

La verdad es que era una casa bastante hermosa. Dos plantas y una buhardilla, un jardín que rodeaba la casa entera... la cosa prometía.

- Lula: Bueno ahora nos hacemos unas ensaladitas de comer y eso, ¿no?

Los tres miramos a Lula que no pudo contener la risa.

- Lula: Es que no puedo gastar bromas con la comida. Se nota que miento. ¡Barbacoa para todos!

Y salimos al jardín.

Choricillos, morcillitas, pancetita, chuletones, patatas asadas, ensalada (al final de verdad)... daba hasta pena comerse todo aquello, pero como dice Rudy: "la comida es la comida".

Todo estaba delicioso. Lula es gran cocinera además de gran cantante. Me puse cerda a todo. No me corté ni un pelo. Total, después de la cena en el Gorka Grill, yo ya lo había visto todo.

Después estuvimos un rato jugando a un juego de mesa hasta que Rudy y María anunciaron que se retiraban a sus casas. Yo estaba dispuesta a irme con ellos, pero Lula se acercó a mi oído.

- Lula (susurrando): Quédate.

No pude decir nada. Solo asentí.

- María: Bueno 'caris', nos vamos ya que se hace tarde.

- Rudy: Creo que Vicky se queda... 

- Yo: Sí, me quedo.

María y Rudy se fueron y me quedé a solas con Lula. Como no sabía qué decir ni qué hacer, pensé en que debíamos recoger la mesa.

- Yo: Deberíamos fregar.

Lula se partía la caja ella sola.

- Lula: ¡Friega tú, chata!

Yo no sabía qué decir, así que me dispuse a fregar. Lula tiró de mi brazo y me acercó a su cuerpo.

- Lula: Pero no tiene que ser precisamente ahora.

Y comenzó un tanto apasionado como peligroso beso que terminó en su cama. Ni siquiera fui consciente de cómo llegué hasta allí. Los besos de Lula me sacaban del conocimiento.

- Yo: Lula... es que yo... no sé...

- Lula: Tranquila. Si no estás lista, podemos esperar.

Pero estaba lista para afrontarlo y empezamos a desnudarnos.

No sabía hacia dónde mirar. Pensé en su pecho. Era bonito. Luego miré sus piernas. Eran perfectas, acorde con su estatura... ¿Y ahora qué coño miro?

Y Lula comenzó a trabajar mis bajas partes. Lo hacía con delicadeza. Y yo estaba cada vez más húmeda. Inicié su mismo juego. Lo hacía de la misma manera que ella. Sus gemidos denotaban que lo estaba haciendo bien. Nuestros pechos se rozaban. Los besos sabían a gloria. Cada caricia recorriendo su piel, cada mordisco por su cuello... ¿Por qué habré me habré iniciado tan tarde en el sexo?

Nos corrimos juntas.

Y nos quedamos dormidas, extasiadas de placer.


miércoles, 28 de enero de 2015

Ponle un "sí" a la vida. Episodio 2 - "¿Con sabor a gamba o de las normales?":

- Rudy: Eres una embustera... ¡Cómo puedes ser tan embustera tía!

- Yo: ¡Qué te lo juro, joder!, ¿para qué te iba a mentir?

- Rudy: ¿Pero cómo puedes tener el teléfono de Lula?

- Yo: A ver, pues viendo lo que tiene que ver en sus conciertos ha pensado que no me podía dejar escapar. Ella sabe lo que es bueno (Puse cara chula).

Continuamos hablando por un rato más hasta que finalmente Rudy me retó:

- Rudy: Llama a Lula (Y puso cara de desafío).

- Yo: ¿Y qué le digo?, ¡si luego cuando estoy con ella me pongo mazo de nerviosa!

- Rudy: Cena. Con la comida no tienes que hablar demasiado y la comida es la comida.

Pero no estaba demasiado segura de si era la mejor idea para mí. En lo que me sumergía en la vorágine de pensamientos que se enfrentaban entre sí en mi cabeza, Rudy me cogió el móvil astutamente.

- Yo: ¡EEEEEHHHHHH! ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?

Pero la evidencia era la evidencia y ya era demasiado tarde para que rectificara.

- Rudy (hablando por teléfono): ¿Lula? Sí, mira, soy Rudy. Nos llevaste a Vicky y a mí la otra noche a casa cuando diste el concierto en Tuétar. ¿Recuerdas?

- Lula (al otro lado del teléfono): ¡Vaya, hola! Al final sí que gané un fan de por vida (Risas).

- Rudy: Definitivamente. Mira, te llamo porque Vicky es muy cortada y te quiere pedir... ¡una cita! (Y puso un tono extrañísimo).

¿Le mato?... No, en la cárcel sería el caramelito de todas. Pero realmente no puedo creer lo que acaba de hacer. Sí, probablemente matarle después de colgar sería lo más acertado.

- Lula: ¿Al fin se ha decidido a probar mis patatas? (Lula se rió sola).

- Rudy: ¿Cómo?

- Lula: ¡Solo estoy bromeando! Dile que le paso a buscar para ir a cenar. ¡Que la comida es la comida!

Y colgó.

- Rudy: Bueeeeenooo... Ya me darás las gracias cuando estéis en el poscoito.

¡¡Oh dioses de la mitología griega!!... ¡¡Tengo una cita con Lula!!

- Rudy: ¿Qué te vas a poner?

- Yo: Da igual lo que me ponga. Con esta carita... se enamora. 

- Rudy: Estoy hablando en serio.

- Yo: Pueess... ¡tío, no lo sé! Pelito planchado... el resto ya veré.

Mientras Rudy y yo preparábamos la que iba a ser la noche más extraña de mi vida (y las he tenido toledanas), el nerviosismo en mí iba creciendo hasta límites insospechados.

La tarde pasó deprisa en lo que me arreglaba hasta que sonó el telefonillo. ¿Esa sensación de que el corazón se vuelca y el estómago se alía con él para hacer un revoltijo que te deja mal cuerpo? Así estaba.

- Lula (al telefonillo): ¿Vicky? Baja, anda.

Los tres pisos parecieron treinta. En el portal eché una última ojeada al espejo para verme. Estaba guapa, pero ¡tan nerviosa!. Abrí el portal y la vi. Melena suelta, chaqueta de cuero negro, un vestido negro informal, pero bastante bonito... Y los tacones, ¡siempre los tacones!

- Lula: Vaya... ¡qué guapa! (se acercó y me dio dos besos que le correspondí).

- Yo: Obviamente. Yo con lo que me ponga.

Mierda... ¿acabo de decir eso en voz alta?, ¿a Lula?... Puto Rudy. Paso demasiado tiempo con él.

- Yo (retomando el hilo y saliendo del paso como mejor pude): Quiero decir... que tú estás también muy guapa... ¡con lo que te pongas!

- Lula: ¡Gracias!, ¿nos vamos?

- Yo: Vamos.

De camino al restaurante fue todo tan... entre divertido y extraño. Divertido porque Lula iba con la música en la radio y no dejaba de cantar ni una de las canciones que salían; extraño porque la situación me parecía surrealista.

- Lula (mientras conducía): Espero que no seas la "típica pijilla" que no come grasas, que cena ensalada, verduritas... porque eso te va a funcionar poco conmigo (se reía limpiamente).

- Yo (algo más calmada de mis nervios): Tú tranquila, que mi programa preferido es "Crónicas carnívoras". Con eso te lo he dicho todo.

- Lula (estalló en risas): Así me gusta. Te voy a llevar a un restaurante que conozco que ponen unas hamburguesas... (empezó a salivar) que vas a tener que salir en ambulancia del local.

La conversación entre nosotras ya estaba fluyendo de manera más natural. Ella me contaba anécdotas de su Tour No y yo le contaba las anécdotas que se viven siendo fan suyo.

Al fin llegamos al restaurante. ¡Qué sorpresa! Me ha traído al Gorka Grill. ¡Amo este sitio! He venido con Rudy un par de veces y nos pusimos cerdos con sus hamburguesas. La noche parece que se presenta buena.

Nos sentamos en una mesa y comenzamos a mirar la carta. Nadie nos miraba, ni se sobresaltó ninguna fan loca al ver a Lula. Es más, me sorprendió la naturalidad con que ella y yo habíamos conectado.

- Lula: Las patatas... ¿las prefieres con sabor a gamba o de las normales?

- Yo (volviendo en mí): ¡¿Cómo?!

- Lula (riendo): ¡Es broma! Relájate muchacha, que te noto muy tensa. Tú piensa que somos dos amigas que han ido a cenar juntas y salen a pasar un buen rato. ¡Y ya está!

- Camarera: ¿Les tomo nota ya?

Mierda... Con tanta comida de cabeza se me ha olvidado pensar en la auténtica comida. Pero antes de que pudiera decidir qué quería tomar, Lula habló:

- Lula: Tomaremos dos Calvin Bacon hechas al punto, y Nestea.

- Camarera: ¿Algún entrante?

- Lula: Aros de cebolla.

- Camarera: Muy bien, gracias.

Jodida Lula... Ha pedido todo lo que más me gusta. Si es que es una grande.

Las hamburguesas llegaron y nos pusimos al ataque. Yo me imaginaba una Lula comiendo con cuchillo y tenedor, la servilleta en las rodillas... muy correcta, muy educada... Pero no distaba mucho de la manera de comer de Rudy.

- Lula (con media hamburguesa terminada, dando un sorbo de Nestea): Es que están tan buenas que no puedes parar a disfrutarlas. Hay que devorar.

- Yo: Totalmente. Me estoy poniendo morada.

Y continué con mi Calvin Bacon.

- Lula: Vicky... no te veo.

Levanté la vista y vi a Lula con dos aros de cebolla en los ojos simulando unas gafas. La escena me pudo y me partí de risa. 

- Lula: Vas a pensar que tengo deficiencias mentales (Continuó en sus risas).

- Yo: ¡Qué va! Si yo soy igual.

- Lula: Es que odio que todo el mundo me tome como una famosa y no pueda hacer cosas que hace la gente corriente. A lo mejor por eso tengo ese puntito de locura (Me sacó la lengua).

La cena estuvo de diez y la compañía de matrícula de honor. Salimos a la calle y nos fumamos un piti juntas. Íbamos caminando hacia el coche cuando empezó a adentrarse en un terreno peligroso.

- Lula: ¿Y a ti... te llueven los novios?

- Yo: No lo voy a negar. Me llueven. Pero yo abro el paraguas.

Lula se partía como ella sola.

- Lula: ¿Por qué abres el paraguas?

- Yo (indignándome): Porque son todos unos mataos' que no saben lo que quiere una mujer.

- Lula: En eso estamos de acuerdo.

- Yo (siguiéndole el rollo): A ti si te lloverán...

- Lula: Bah, soy más feliz con mis perras (Se rió).

Llegamos al coche y la vuelta fue similar a la ida, solo que yo me uní a cantar con Lula. De repente, comenzó a sonar una de sus canciones en la radio... precisamente la que más odiaba: "Aprender".

- Lula: ¡Cómo odio esta canción! Porque me obligan a incluirla en las setlist, que sino... se hubiera quedado fuera hace varias giras.

- Yo: Yo también la odio. Tienes mil mejores.

Lula paró el coche en la puerta de mi casa y me miró de arriba a abajo. En su cara veía una seriedad descomunal. A lo mejor le ha molestado lo que he dicho de "Aprender"...

- Lula: Bájate del coche.

- Yo: Lula...

- Lula: Baja.

Y mientras abría la puerta y ponía un pie en la acera, la mano de Lula agarró la mía; volvió a meterme en el coche y nuestros labios chocaron convirtiéndose misteriosamente en un beso.

- Lula (al separarse de mí, mientras sonreía): Eres la primera persona que me dice que no le gusta "Aprender". Tenías que haberte visto la cara cuando me he puesto "seria".

- Yo (flotando en una nube): ¿Por eso me besas?

- Lula: ¿Y te parece poco motivo? ¡Si es un espanto de canción!

Volvió a reír y retomó el primer beso. Y yo no podía dar crédito de todo lo que había podido pasar en esa perfecta noche.


sábado, 21 de junio de 2014

Ponle un "sí" a la vida. Episodio 1 - "¿Quieres una patata?":

¡Al fin había llegado! Después de tanta espera, en voz alta podíamos decir que por fin había llegado. Cuando vi a Rudy en la parada de autobús esperándome con cara de enfado, supe que llegaba más tarde de lo que debía. Pero daba igual porque ¡el día había llegado!.

- Yo: Perdón, perdón, perdón, perdón.

- Rudy: ¡Siempre igual Vicky! Voy a empezar a salir con gente más puntual, ¡PESADA!

- Yo: Por ahí no vayas que sin mí no puedes vivir. Además, ¿con quién vas a ir a ver a Lula si no es conmigo?

Lula era la artista de moda. Yo estaba loca por su música, siempre me hacía sentir tan bien... A Rudy, en cambio, le interesaba otro tipo de música. Pero cuando se fue de intercambio a Irlanda, el muy pavo se olvidó sus cd's en España y me pidió que le enviara algo de mi música para no aburrirse. Y le violé con canciones de Lula. Tanto fue así, que volvió fan perdido.

- Rudy: Ahí viene nuestro autobús; ¿llevas tu entrada encima?

- Yo: Obviamente, la he guardado lo primerito nada más levantarme. Ha sido lo primero que he hecho. Lo primero por delante de cambiarme de bragas (Me mofaba).

- Rudy: ¡Burra, con un "sí" me hubiera bastado! (se rió también)

Tomamos el autobús número 332 en dirección sur. Teníamos que pasar por todos los pueblos de la Comunidad antes de llegar a Tuétar, el pueblo donde actuaba Lula aquella noche. En el camino, íbamos "repasando" las letras de las canciones: "XXL", "A la cara", "Plástico gris"... y digo "repasar" porque nos las sabíamos de memoria, pero cualquier excusa era buena para cantar una canción de Lula.

Al llegar, no nos costó demasiado encontrar el escenario. Sólo callejear un par de minutos y enseguida dimos con el recinto ferial. Eran las 10:00 de la mañana y allí no había nadie, pero ser buen fan y pillar un buen sitio es lo que tiene, que hay que sacrificarse.

Nos sentamos en las vallas y empezamos a jugar con los móviles. Notitas de voz a los amigos vacilando de estar allí, fotos por puro aburrimiento, reescucha de los temas de Lula... Y así durante doce largas, calurosas y pesadas horas hasta que llegó la hora de empiece del show. Unos leves y cada vez más fuertes latidos de corazón eran la Intro que llevaba a la primera canción de la noche, "Me duele". Le siguieron numerosos hits como "Te conozco", "Fuego" o "Pista 5". Y así hasta 26 canciones. Disfruté como nunca. Y Rudy también disfrutaba lo suyo. En algún momento me giré para verle y no podía parar de sonreír. Él vive los conciertos. Es tan filósofo para la música y la vive tanto... se notó que se lo pasó en grande.

- Lula (en el escenario): ¡Buenísimas noches Tuétar, hasta siempre!

¡Qué cortito se me había hecho!, ¡cómo desearía volver a las 10:00 de la mañana y tragarme toda la espera! Al fin y al cabo, mereció la pena. Sumergida en mis pensamientos, me habó Rudy:

- Rudy: Ven, vamos a ver si nos dejan pasar al backstage.

- Yo: ¡sí, sí, sí, sí, sí!

Pese a que el personal de seguridad se mostró negativo a dejarnos pasar a los fans, a Rudy y a mí; el mánager de Lula nos permitió el acceso.

- Carlos (mánager de Lula): Chicos, poneos esto que os voy a dar para identificaros (Y empezó a repartir pases VIP que todos nos colgamos al cuello).

Hablé a Rudy en voz baja para que sólo se enterara él:

- Yo: A nosotros no nos hace falta ponernos el pase. Lula nos ama, es un hecho que todos saben. Pero me lo pongo por puro formalismo y que no me echen del backstage (puse cara de chula y me mofé).

En esto, Carlos habló:

- Carlos: Esperad aquí que ahora salen. No os mováis.

Y a cuentagotas fueron primero apareciendo los músicos de Lula. Carlitos, el guitarra; Yaguito, el bajista... Rudy estaba encantado preguntado a los músicos sobre sus modelos de instrumento. Pero de Lula no teníamos rastro aún.

Y entonces se abrió una de las puertas de una caseta (que imagino que sería el camerino) y apareció Lula con unos vaqueros azules, una camiseta blanca y una chaqueta roja. Y tacones, ¡siempre en tacones! Estaba fabulosa. Me quedé paralizada, no sabía cómo reaccionar. Para mientras yo estaba sumergida en mis pensamientos, las demás fanáticas rodearon a la artista y empezaron a bombardearla a preguntas: ¿cuándo va a haber otro concierto?, ¿incluirás más canciones?, ¿es cierto que estás saliendo con un chico de la tele?... Lula respondió a sus simpatizantes de manera correcta y educada, pero siempre con distancia. No quería provocar escándalos entre sus alocadas fans. Rudy siempre decía que era "demasiado fría y borde". Entonces sentí unos chasquidos de dedos frente a mí y espabilé.

- Lula: ¡Hola!, ¿te encuentras bien? (dijo con una gran sonrisa y un acentillo andaluz de lo más salado).

- Rudy: ¿Vicky?, discúlpala, es que es muy admiradora de tu trabajo.

Tenía a Lula enfrente y no le podía responder. Sentía que algo no iba bien.

- Lula: ¿Hola?, ¿te encuentras bien?

Lo que pasó después no lo sé con certeza porque me desmayé de la tensión. Cuando desperté estaba con Rudy en una habitación.

- Rudy: ¿Vicky?

- Yo (empezando a volver en mí): Tío, ¿qué ha pasado?, ¿dónde estamos?

- Rudy (con cierta sorna): Te has desmayado cuando Lula te hablaba. Ya hay que ser lerda (se reía).

- Yo: ¿pero dónde estamos?

- Rudy: Es que no sé si decírtelo por si vuelves a caer redonda.

Una expresión facial mía, sin palabras, bastaba para que Rudy me respondiera.

- Rudy: Estamos...

- Lula (entrando en la habitación): ¡Vaya, ya estás mejor!, ¡qué susto nos has dado a todos!

- Yo (al fin pude hablarle): ¡Lula!

- Lula: Te has desmayado en el backstage. ¡Si es que no podéis venir tantas horas antes sólo para verme! (dijo entre risas). ¿Tienes hambre?, ¿quieres una patata? (me acercó un plato ofreciéndome).

- Yo (todavía sin creer demasiado en aquella extraña situación): ¿Estamos en un hospital?

- Lula: ¡Qué va! Este es mi camerino. Te hemos traído aquí para sentarte y dejarte reposar... Claro, que si llegas a tardar 20 minutos más en despertar, te encargamos un ataúd (se reía a carcajadas).

Pasamos un rato más allí sentados mientras me recuperaba. Lula nos preguntaba qué nos había parecido su show. Sólo teníamos palabras de alabanza, por supuesto. Rudy se preocupó:

- Rudy: Vicky, ¡¿cómo vamos a volver?! Hemos perdido el último autobús.

No respondí. Mientras pensaba una respuesta, Lula comenzó a hablar.

- Lula: Yo os acerco en mi coche. Es lo menos que puedo hacer ya que rechazáis mis patatas (siguió en sus risas). Si tu amiga se siente mejor, podemos irnos cuando queráis.

En coche con Lula... he debido golpearme en la cabeza. No daba crédito.

Cuando llegamos al coche, Rudy me ofreció ir delante para no marearme. Pero tras su intención, me cedía realmente el asiento delantero para ir al lado de Lula. 

En el camino, Rudy preguntaba el porqué de que Lula no fuera en la Mini-TourBus con el resto de su banda y trajera su coche. Lula respondió que le daba mayor libertad ir en su vehículo privado; podía poner su música, ir cantando... Todo ello lo contaba entre risas. Si algo nos impactó, tanto a Rudy como a mí, fue que Lula se mostrase tan simpática con nosotros. Siempre la veíamos tan seca... Pero nada más lejos de la realidad. Fue muy divertida.

Rudy fue el primero en bajar. 

- Rudy: ¡Gracias Lula! Te has ganado un fan de por vida (bromeó).

- Lula (siguió su broma): Si no te veo en el resto de mis conciertos, iré a torturarte por embustero.

Lula y yo en el coche. Dulce utopía convertida en realidad. No sabía ni a qué lugar mirar. Ella me iba hablando pero iba sumergida en mis pensamientos. Tanto, que no me di cuenta de que ya estábamos en mi portal.

- Lula: La pregunta que te voy a hacer es bastante tonta, pero como nunca se sabe... ¿tienes teléfono móvil?

- Yo: Sí (sin saber a dónde quería llegar).

- Lula: Apunta mi teléfono personal. Me da pena que hayas estado tan cortadilla y no hayas hablado más conmigo. Además, tú pruebas mis patatas fritas del camerino sí o sí (sonrió).

Le devolví la sonrisa y anoté su número. Bajé del coche y la miré.

- Lula: ¡Llámame cuando quieras!, ¡hasta la próxima Vicky!

Y se marchó.