miércoles, 28 de enero de 2015

Ponle un "sí" a la vida. Episodio 2 - "¿Con sabor a gamba o de las normales?":

- Rudy: Eres una embustera... ¡Cómo puedes ser tan embustera tía!

- Yo: ¡Qué te lo juro, joder!, ¿para qué te iba a mentir?

- Rudy: ¿Pero cómo puedes tener el teléfono de Lula?

- Yo: A ver, pues viendo lo que tiene que ver en sus conciertos ha pensado que no me podía dejar escapar. Ella sabe lo que es bueno (Puse cara chula).

Continuamos hablando por un rato más hasta que finalmente Rudy me retó:

- Rudy: Llama a Lula (Y puso cara de desafío).

- Yo: ¿Y qué le digo?, ¡si luego cuando estoy con ella me pongo mazo de nerviosa!

- Rudy: Cena. Con la comida no tienes que hablar demasiado y la comida es la comida.

Pero no estaba demasiado segura de si era la mejor idea para mí. En lo que me sumergía en la vorágine de pensamientos que se enfrentaban entre sí en mi cabeza, Rudy me cogió el móvil astutamente.

- Yo: ¡EEEEEHHHHHH! ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?

Pero la evidencia era la evidencia y ya era demasiado tarde para que rectificara.

- Rudy (hablando por teléfono): ¿Lula? Sí, mira, soy Rudy. Nos llevaste a Vicky y a mí la otra noche a casa cuando diste el concierto en Tuétar. ¿Recuerdas?

- Lula (al otro lado del teléfono): ¡Vaya, hola! Al final sí que gané un fan de por vida (Risas).

- Rudy: Definitivamente. Mira, te llamo porque Vicky es muy cortada y te quiere pedir... ¡una cita! (Y puso un tono extrañísimo).

¿Le mato?... No, en la cárcel sería el caramelito de todas. Pero realmente no puedo creer lo que acaba de hacer. Sí, probablemente matarle después de colgar sería lo más acertado.

- Lula: ¿Al fin se ha decidido a probar mis patatas? (Lula se rió sola).

- Rudy: ¿Cómo?

- Lula: ¡Solo estoy bromeando! Dile que le paso a buscar para ir a cenar. ¡Que la comida es la comida!

Y colgó.

- Rudy: Bueeeeenooo... Ya me darás las gracias cuando estéis en el poscoito.

¡¡Oh dioses de la mitología griega!!... ¡¡Tengo una cita con Lula!!

- Rudy: ¿Qué te vas a poner?

- Yo: Da igual lo que me ponga. Con esta carita... se enamora. 

- Rudy: Estoy hablando en serio.

- Yo: Pueess... ¡tío, no lo sé! Pelito planchado... el resto ya veré.

Mientras Rudy y yo preparábamos la que iba a ser la noche más extraña de mi vida (y las he tenido toledanas), el nerviosismo en mí iba creciendo hasta límites insospechados.

La tarde pasó deprisa en lo que me arreglaba hasta que sonó el telefonillo. ¿Esa sensación de que el corazón se vuelca y el estómago se alía con él para hacer un revoltijo que te deja mal cuerpo? Así estaba.

- Lula (al telefonillo): ¿Vicky? Baja, anda.

Los tres pisos parecieron treinta. En el portal eché una última ojeada al espejo para verme. Estaba guapa, pero ¡tan nerviosa!. Abrí el portal y la vi. Melena suelta, chaqueta de cuero negro, un vestido negro informal, pero bastante bonito... Y los tacones, ¡siempre los tacones!

- Lula: Vaya... ¡qué guapa! (se acercó y me dio dos besos que le correspondí).

- Yo: Obviamente. Yo con lo que me ponga.

Mierda... ¿acabo de decir eso en voz alta?, ¿a Lula?... Puto Rudy. Paso demasiado tiempo con él.

- Yo (retomando el hilo y saliendo del paso como mejor pude): Quiero decir... que tú estás también muy guapa... ¡con lo que te pongas!

- Lula: ¡Gracias!, ¿nos vamos?

- Yo: Vamos.

De camino al restaurante fue todo tan... entre divertido y extraño. Divertido porque Lula iba con la música en la radio y no dejaba de cantar ni una de las canciones que salían; extraño porque la situación me parecía surrealista.

- Lula (mientras conducía): Espero que no seas la "típica pijilla" que no come grasas, que cena ensalada, verduritas... porque eso te va a funcionar poco conmigo (se reía limpiamente).

- Yo (algo más calmada de mis nervios): Tú tranquila, que mi programa preferido es "Crónicas carnívoras". Con eso te lo he dicho todo.

- Lula (estalló en risas): Así me gusta. Te voy a llevar a un restaurante que conozco que ponen unas hamburguesas... (empezó a salivar) que vas a tener que salir en ambulancia del local.

La conversación entre nosotras ya estaba fluyendo de manera más natural. Ella me contaba anécdotas de su Tour No y yo le contaba las anécdotas que se viven siendo fan suyo.

Al fin llegamos al restaurante. ¡Qué sorpresa! Me ha traído al Gorka Grill. ¡Amo este sitio! He venido con Rudy un par de veces y nos pusimos cerdos con sus hamburguesas. La noche parece que se presenta buena.

Nos sentamos en una mesa y comenzamos a mirar la carta. Nadie nos miraba, ni se sobresaltó ninguna fan loca al ver a Lula. Es más, me sorprendió la naturalidad con que ella y yo habíamos conectado.

- Lula: Las patatas... ¿las prefieres con sabor a gamba o de las normales?

- Yo (volviendo en mí): ¡¿Cómo?!

- Lula (riendo): ¡Es broma! Relájate muchacha, que te noto muy tensa. Tú piensa que somos dos amigas que han ido a cenar juntas y salen a pasar un buen rato. ¡Y ya está!

- Camarera: ¿Les tomo nota ya?

Mierda... Con tanta comida de cabeza se me ha olvidado pensar en la auténtica comida. Pero antes de que pudiera decidir qué quería tomar, Lula habló:

- Lula: Tomaremos dos Calvin Bacon hechas al punto, y Nestea.

- Camarera: ¿Algún entrante?

- Lula: Aros de cebolla.

- Camarera: Muy bien, gracias.

Jodida Lula... Ha pedido todo lo que más me gusta. Si es que es una grande.

Las hamburguesas llegaron y nos pusimos al ataque. Yo me imaginaba una Lula comiendo con cuchillo y tenedor, la servilleta en las rodillas... muy correcta, muy educada... Pero no distaba mucho de la manera de comer de Rudy.

- Lula (con media hamburguesa terminada, dando un sorbo de Nestea): Es que están tan buenas que no puedes parar a disfrutarlas. Hay que devorar.

- Yo: Totalmente. Me estoy poniendo morada.

Y continué con mi Calvin Bacon.

- Lula: Vicky... no te veo.

Levanté la vista y vi a Lula con dos aros de cebolla en los ojos simulando unas gafas. La escena me pudo y me partí de risa. 

- Lula: Vas a pensar que tengo deficiencias mentales (Continuó en sus risas).

- Yo: ¡Qué va! Si yo soy igual.

- Lula: Es que odio que todo el mundo me tome como una famosa y no pueda hacer cosas que hace la gente corriente. A lo mejor por eso tengo ese puntito de locura (Me sacó la lengua).

La cena estuvo de diez y la compañía de matrícula de honor. Salimos a la calle y nos fumamos un piti juntas. Íbamos caminando hacia el coche cuando empezó a adentrarse en un terreno peligroso.

- Lula: ¿Y a ti... te llueven los novios?

- Yo: No lo voy a negar. Me llueven. Pero yo abro el paraguas.

Lula se partía como ella sola.

- Lula: ¿Por qué abres el paraguas?

- Yo (indignándome): Porque son todos unos mataos' que no saben lo que quiere una mujer.

- Lula: En eso estamos de acuerdo.

- Yo (siguiéndole el rollo): A ti si te lloverán...

- Lula: Bah, soy más feliz con mis perras (Se rió).

Llegamos al coche y la vuelta fue similar a la ida, solo que yo me uní a cantar con Lula. De repente, comenzó a sonar una de sus canciones en la radio... precisamente la que más odiaba: "Aprender".

- Lula: ¡Cómo odio esta canción! Porque me obligan a incluirla en las setlist, que sino... se hubiera quedado fuera hace varias giras.

- Yo: Yo también la odio. Tienes mil mejores.

Lula paró el coche en la puerta de mi casa y me miró de arriba a abajo. En su cara veía una seriedad descomunal. A lo mejor le ha molestado lo que he dicho de "Aprender"...

- Lula: Bájate del coche.

- Yo: Lula...

- Lula: Baja.

Y mientras abría la puerta y ponía un pie en la acera, la mano de Lula agarró la mía; volvió a meterme en el coche y nuestros labios chocaron convirtiéndose misteriosamente en un beso.

- Lula (al separarse de mí, mientras sonreía): Eres la primera persona que me dice que no le gusta "Aprender". Tenías que haberte visto la cara cuando me he puesto "seria".

- Yo (flotando en una nube): ¿Por eso me besas?

- Lula: ¿Y te parece poco motivo? ¡Si es un espanto de canción!

Volvió a reír y retomó el primer beso. Y yo no podía dar crédito de todo lo que había podido pasar en esa perfecta noche.